¿Usas bien el pulsómetro?
Sácale el máximo partido a esta magnífica herramienta de la tecnología.
Es uno de los mejores inventos de los que puede disponer un
corredor. Un buen uso del mismo permite entrenar con menos errores y más
fiabilidad. Si además lleva GPS y es capaz de medir ritmos y distancias su
utilidad será mayor. Es tal la cantidad de datos que nos ofrece que facilita
mucho la gestión de los entrenamientos. Pero, ojo, también tiene sus
limitaciones.
NO ES UNA BIBLIA.
Son muchísimos los aficionados que están sobrevalorando la
utilidad del pulsómetro. Consideran los datos que ofrece como los únicos
referentes a la hora de realizar los planes de entrenamiento o de marcar ritmos
de rodajes, series y repeticiones, lo que es un grave error.
CORRECTA
INTERPRETACIÓN.
Los datos son mera información para saber cómo vamos en cada
momento y para asociarlos a las sensaciones. Han de ser estas últimas y los
ritmos los que prevalezcan sobre las pulsaciones. Por ejemplo, si un corredor
se ha hecho una prueba de esfuerzo y le sale que ha de rodar entre 150 y 165
pulsaciones para ritmos entre 6:00’’ y 5:20 minutos por kilómetro pero ese día
hace calor y va por un recorrido sinuoso es muy normal que a un ritmo medio de
5:40 vaya alto de pulso, entre 160 y 175 pulsaciones. No pasa nada y no
necesita bajar el rimo.
MIDE TU
RECUPERACIÓN.
Al acabar el entrenamiento, se analizan los ritmos medios,
las pulsaciones (máximas y medias) y la recuperación. Esto último es lo más
importante. Sobre todo cuando se realizan sesiones de calidad. Ese dato sí que
hay que valorarlo al instante. Nos sirve para saber si estás entrenando bien o
no. Es decir, si al minuto recuperas mal es que los ritmos que estás haciendo
son demasiado rápidos para ti en ese momento y no estás asimilando el
entrenamiento.
NO CALCULA RITMOS.
Hay un punto importante que debe quedar claro: el pulsómetro
no es válido para calcular ritmos. Lo ideal es correr siempre con la sensación
de poder ir más rápido. Los ritmos de las series los marcan las competiciones
previas y si se trata de rodajes te lo dictan las sensaciones, los desniveles
del terreno, el clima, el estado de ánimo, el cansancio físico, el estrés
acumulado o la hora del día a la que entrenes.
MUCHAS VENTAJAS.
Su correcta utilización te permitirá sacar el máximo partido
a cada zancada. Sus bondades son muchas, las más destacadas:
CONTROL FIABLE.
Mide el pulso en cada entrenamiento, al instante. Y la
recuperación entre series, que determinará si estás entrenado a los ritmos
adecuados o no.
EVOLUCIÓN DE LA FORMA.
Es muy útil para chequearla cuando se realizan
entrenamientos fuertes: ritmos controlados, cambios de ritmos, series y
repeticiones.
VELOCIDAD.
Te informa al instante si estás entrenando adecuadamente o
vas demasiado rápido. Contribuye a evitar el temido sobreentrenamiento.
LIMITACIONES DE
USO.
El primer gran error es querer determinar el entrenamiento
en función de unas pulsaciones predeterminadas. No se puede fijar el ritmo o
intensidad del entrenamiento atendiendo al nivel de pulsaciones, pues son
muchos los agentes externos que influyen en el pulso. Los umbrales van
evolucionando cada semana con el estado de forma por lo que no pueden ser
referentes fijos. Intentar entrenar por pulsaciones es obsesionarse, es no
disfrutar de la carrera, es no conocerse a sí mismo, es perder la oportunidad
de dominar las sensaciones.
UN PAR DE CONSEJOS:
1. REGISTRO MINUCIOSO.
Utilízalo en entrenos y competición y ve apuntando el pulso
al empezar, el máximo alcanzado, el medio, al acabar, al minuto de acabar y a
los tres minutos. Cuando lleves varias semanas de notas puedes sacar las
primeras conclusiones.
2. CHEQUEOS PARCIALES.
Sólo mira el pulsómetro al empezar y al acabar de rodar, al
final de cada serie y al comenzar la siguiente, en las recuperaciones y cuando
te encuentres demasiado cansado o raro corriendo.
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